Nos conocimos una semana antes de que comenzara la pandemia, en ese lugar que tanto nos motiva día a día: El gym. Aunque el mundo parecía detenerse, nosotros encontramos una manera de acercarnos más. Durante esos meses de encierro, nuestras conversaciones por mensajes nos ayudaron a conocernos profundamente, creando una conexión única y especial. Cuando finalmente llegó el momento de vernos de nuevo, fue como si Dios y el destino hubiera preparado todo para que comenzara nuestro gran amor, un amor sólido, verdadero y tan grande como nunca imaginamos.
Desde el primer día, el deporte nos unió de una manera especial. Compartimos una pasión que no solo nos reta y nos fortalece, sino que también alimenta nuestro vínculo cada día. Juntos encontramos motivación en cada meta alcanzada y en cada paso del camino, recordándonos que somos un equipo dentro y fuera del gimnasio. El deporte no solo nos mantiene activos, sino también más unidos, demostrando que nuestras fuerzas combinadas son capaces de lograr cualquier cosa.
Otra de nuestras grandes pasiones es viajar, esa aventura de descubrir el mundo juntos. Cada destino que visitamos se convierte en un escenario para crear momentos mágicos e inolvidables, donde compartimos risas, sueños y experiencias que quedarán grabadas para siempre en nuestra historia. Nos emociona conocer nuevas culturas, explorar lugares desconocidos y maravillarnos con todo lo que el mundo tiene para ofrecer. Y, sobre todo, nos impulsa la valentía de enfrentar juntos nuestros mayores miedos, demostrando que, cuando estamos lado a lado, no hay barrera que no podamos superar. Viajar no solo nos lleva a nuevos horizontes, sino que fortalece nuestro amor y nuestra conexión en cada paso del camino.
Otra de nuestras grandes pasiones es la Fórmula 1, ese mundo de velocidad, estrategia y emoción que nos conecta aún más. Compartimos la adrenalina de cada carrera, la emoción de los adelantamientos y la pasión por los autos que nos inspiran a soñar en grande. Nos encanta analizar cada detalle, celebrar juntos las victorias y vivir intensamente cada momento en la pista, demostrando que nuestra pasión por la velocidad es tan fuerte como nuestro amor.
Llegó el gran día de la pedida, un momento que siempre habíamos soñado. Ambos subimos por primera vez a un crucero, una aventura única que nos llevó hasta el paraíso. Al llegar a Santorini, el escenario era perfecto: el atardecer pintando el cielo con colores mágicos, el mar calmado reflejando la belleza del momento, y rodeados de todo el amor del mundo. Fue allí, en ese lugar tan especial, donde dijimos “sí” al amor para siempre. Un “sí” que sellaba nuestro compromiso eterno, bajo el cielo de una isla que será siempre parte de nuestra historia, y, sobre todo, ante Dios, quien bendice nuestro amor y nuestra unión.